martes, 9 de abril de 2013


Los más diversos indicadores dicen que asociar iniciativas e instituciones privadas a una cultura de resultados,  suena lo más natural del mundo.
Pero, si se procede de similar manera así sea en términos de sugerencia en el ámbito de las entidades públicas, ello se escucha raro, insólito. Su sonoridad corresponde a herejía!

Sólo una sociedad con una tradición arraigada de distorsión de lo público fundada en un pretérito en el que la forma de existencia del Estado era de burdo despotismo  y la relación de éste con la población a más de dominación era de divorcio absoluto, de tal modo que aquella maquinaria tenía sello exclusivo de una clase privilegiada a la que le servía sin disimulo alguno;  a tal punto que sus órganos emblemáticos de poder  eran usurpados indistintamente por todos y cada de los miembro de las familias de esa clase diametralmente opuesta al común de los demás mortales. Así, el Estado, que encarna lo público, es forma corporativa en el que se concentra politicamente unos intereses claramente privados. Desde aquel, y sobre él, se hace y deshace.

Ahora, si ese es el caso de la sociedad colombiana a partir de la invasión del imperio Español sobre las diversas comunidades indígenas en sus grados desiguales de desarrollo y, su evolución hasta nuestros día ninguna ruptura ha experimentado en términos de revolución burguesa, aun hoy no obstante los progresos formales en su expresión político-jurídica -siendo lo más avanzado, la Constitución política del 91-, los rezagos en esta compleja materia, de dejan sentir.

Por ese modelo de camino por donde se ha trasegado, se entienden las alianzas que desde ese tipo de Estado se han establecido, en un largo ayer, con la ilegalidad criminal para respaldar formas de acumulación inspirada en la violencia más cruel (…), el despojo, la segregación, incluso en complicidad con el narcotráfico. Aquí,  en distintos momentos, descuella la participación con los ejércitos paramilitares. El último paladín de éstos, desde la cumbre del ejecutivo: Uribe Vélez,  lo entronizó durante una década.  Aún hay réplicas por su impacto. Ese hibrido producto de la simbiosis paras y narcos, al perder o debilitarse sus ligámenes con agentes del estado, han devenido en las llamadas bandas criminales.

Al particular proceso que nos ha tocado en suerte, la iglesia católica,  como institución religiosa, ligada desde la Colonia al poder,  ha tenido su cuota de responsabilidad, en cabeza de los sectores más retardatarios. Y qué decir de la convergencia duradera, con fisuras temporales, entre el bipartidismo tradicional.

El peso y arraigo de este lastre, cobra una de sus realidades en las formas más vulgares de la corrupción. La que observa la más poderosa de las metástasis. Y de la que no se ha escapado el sector educativo, extendiéndose a los espacios desde donde se cree que se resiste.
Por eso no es de extrañar que desde el sector social de los educadores vinculados a la educación pública, se contemplen prácticas y formas de conciencia que nada tienen que envidiarle al más ecuestre pensamiento de retardatarios de la alianza de clases en el poder, y sus agentes en la burocracia.

Y lejos estaremos de un Estado social de derecho, y de un esfera de lo público presidida por servidores del sector con una ética de respeto por ésta, y de sanción social contra los corruptos, sean quienes sean, si los educadores no están entre los sectores de la sociedad civil empeñados en, esta sí,  patriótica tarea! Y esto no es un asunto de declaraciones. Es una cuestión de práctica política. Y cuando sea ésta,  la cotidianidad de nuestra vocación ciudadana, cívica, será ella la más contundente y coherente de las declaraciones!!!

Así, el magisterio, cada maestro, no sólo debe exigir, junto al resto de los sectores populares y progresistas, una gestión pública trasparente, y con resultados concretos a favor de los ciudadanos, que somos los accionistas de dicha esfera, sino ser en las instituciones del ramo, con nuestro oficio y desempeño, los más eficientes trabajadores, con balances favorables en nuestras públicas manifestaciones organizadas de rendición de cuentas.



Ramiro del Cristo Medina Pérez



Santiago de Tolú, segunda mitad de marzo - 2013